Tenía en mis manos un sobre que, a mi parecer, contenía una mas de esas promociones que invitan a viajar “all inclusive”. Decía textualmente: “Usted se ha hecho acreedor de un viaje por la blogosfera”.
Dejé el sobre en la mesa, encendí el televisor y, con una taza de café en la mano, me senté a descansar.
Había sido uno de esos días difíciles. Mucho calor, mucho trabajo, mucha gente.... Demasiados factores para complicar mi día.
Sin embargo, estaba en mi “bunker”, como llamo a mi pequeña casa.
Sentada en el sillón, tomé de nuevo el sobre en mis manos. La curiosidad por saber qué era la blogosfera ganó a mi cansancio.
A la mañana siguiente me levanté temprano y me dirigí a la estación de trenes, desde donde partiría el viaje al que había sido invitada.
Magdalena, la coordinadora, esperaba al grupo con gran entusiasmo. Recibió a los viajeros con un gran abrazo, alentándonos a subir al tren. ¡Será inolvidable!, decía.
Comentó que debían pasar por Jujuy a buscar a Elisa, por Necochea para que Luis se subiera y por Chaco donde Agostina y Claudia esperaban.
Sentados en sus asientos, la marcha del tren comenzó a acelerarse.
Una vez que tomó gran velocidad, todos quedaron sorprendidos... Empezó a elevarse por los cielos, como el trineo de Papa Noel.
Los campos, las casas, la gente, todo podía ser visto desde ese lugar.
Miles de colores y de ventanas se abrieron a la vista de los pasajeros del tren.
Dirigieron su marcha hacia Jujuy. Pasaron por el colorido paisaje de Tilcara, Humahuaca y Purmamarca. Pronto divisaron a Maria Cristina y Elisa que en un solo “click” estuvieron a bordo de ese viaje especial.
Seguimos surcando los cielos o el mar, ya no sabíamos, era tan hermosa esa inmensidad de colores y de ventanas que se abrieron que se confundían las nubes con las olas.
De todos modos, poco importaba, estábamos navegando sin limites ni fronteras.
Pronto llegamos a Chaco y, desde allí, Claudia y Agostina agitaban sus manos para que las vieran. - Click! Arriba compañeras!, dijo Magdalena.
Surcando la inmensidad, Agostina se emocionó. Encontró un gran arcoiris que, precipitándose hacia ella, la envolvió en colores. -Pinta de colores tu mundo, se escuchó, y ella sonrió con lágrimas en los ojos.
De repente, divisamos un muchacho parado en la cresta de una ola. Luis nos esperaba en ese mar del que tanto nos habló y que, las que vivimos en montañas, añoramos.
El plantel se había completado.
Animados por esta nueva experiencia, nos dejamos llevar.
Abrimos ventanas de colores.
Lanzamos cuerdas eternamente largas, a modo de enlace, para que los demás pudieran venir a vernos a estos sitios maravillosos.
Nos colgamos un calendario, para no perdernos ni siquiera un minuto de lo vivido.
Pintamos imágenes y cortamos fotos, para recordar todo aquello que nos gusta tanto.
Y, desde allí, desde nuestro lugar, empezamos a contar aquello que queríamos que el mundo supiera de nosotros.
Hacia tanto tiempo que nuestra alma no creaba de esa manera!!!
De a ratos, reímos a carcajadas con los chistes que contaba María Cristina. Cuánto humor del bueno!
Se empezó a hacer de noche. La oscuridad ganaba a la luz.
Aunque Elisa abría cada vez más sus ojos para que nos alumbraran la ruta y poder seguir viaje, éste llegaba a su fin.
Pasamos nuevamente por Necochea. Luis se quedó en la playa contemplándonos hasta que nos perdimos en el horizonte.
En Chaco, Agostina y Claudia se bajaron tan contentas como al subir.
Agostina atesoró en su corazón los colores de ese arcoiris maravilloso que la abrazó en los cielos.
Elisa tocó con sus manos los colores de Purmamarca y sintió el perfume de la plaza del pueblo antes de bajar.
Cuando llegamos al estrellado cielo de Salta, Magdalena nos pidió que ajustáramos los cinturones para el aterrizaje.
Sentados, nostálgicos, sin hablar, pero con el alma llena de esa experiencia maravillosa, estábamos dispuestos a concluir el viaje.
Suavemente, el tren se deslizó por las vías de la estación.
Habíamos regresado, pero ya no éramos los mismos de antes.
Descubrimos un mundo nuevo conectado con todos los mundos.
Magdalena nos despidió cariñosamente.
El sobre cayó de mis manos.
Desperté.
Me había dormido soñando con lo nuevo aprendido.
Me levanté del sillón y me dirigí a la computadora.
CLICK!!! Y ese nuevo mundo que soñé se abrió a mis ojos.
Sonreí.